Desde el año 1975 hasta el año 2020 el número de suicidios ha crecido un 190%. Todo lo relacionado con esta verdadera pandemia bajo la excusa de evitar un efecto llamada no lo verás en televisión. Al no mencionarse se invisibiliza, y al invisibilizarse se cronifica.
¿Desde cuándo evitar hablar de un problema en televisión ha ayudado a evitarlo? ¿Acaso omitir la nacionalidad de los delincuentes en televisión ha hecho que los extranjeros cometan menos delitos en España?
Esta pandemia silenciosa se esconde tras aquello que llaman la época de mayor bienestar material y tecnológico pero, teniendo todo, cada día once personas deciden quitarse la vida. Once padres, once hijos, once amigos. Once personas piensan que es mejor morir que vivir. Once cada día.
Cerca de 200 personas lo intentan cada día. 200 cada día.
Hay causas aparentes claras: la precariedad laboral, la imposibilidad de acceder a una vivienda, la corrupción política y la eterna incertidumbre son solo algunas de ellas. Pero hay algo más allá tras estas evidencias, algo oculto algo que da forma a estas causas. El destierro de Dios, la negación de la patria y la destrucción de la familia son ese algo, esa primera causa de la desesperación del alma.
Nos hemos vaciado de aquello que realmente nos hacía ricos sin tener mucho para llenarnos de aquello que nos hace vivir consumiendo constantemente. Fármacos, drogas y antidepresivos para poder soportar la existencia. Debes recuperar lo que te han quitado. Ten ganas de vivir, ten ganas de entrenar, ten ganas de trabajar, ten ganas de ser amable, ten ganas de crecer, ten ganas de formar una familia, de educar a tus hijos y de cuidar a tu esposa, ten ganas de hablar con Dios, ten ganas de luchar por todo lo que tu patria representa.
Lucha, ama, reza. Vive.