Ansiosos por escapar del ajetreo urbano y abrazar la calma de la naturaleza, algunos integrantes de Facta nos aventuramos hacia el norte, hacia Navarra, una tierra impregnada de historia, tradición y belleza indómita. La llamada del Norte y la promesa de hermandad nos guiaron en nuestro viaje, alimentando la esperanza en nuestros corazones y la determinación en nuestros pasos.
Día 1: Fraternidad
Desde la brumosa urbe madrileña, nos lanzamos con fervor hacia la tierra de los vientos y los valles, hacia Navarra, con sus horizontes colmados de historia y misticismo. La llegada, bañada en la luz naranja del atardecer, nos recibió con los brazos abiertos de la noche en un pueblo oculto entre colinas, donde se alzaba el bastión de nuestras ilusiones compartidas. En ese santuario de piedra y madera, las presentaciones se sucedieron entre risas y anécdotas, acompañadas por el vino que selló nuestros lazos de camaradería. Así, entre murmullos fraternos y sonrisas cómplices, nos preparamos para los desafíos venideros.
Día 2: Peregrinación
Al alba, cuando el cielo apenas tintinea de azul, nos levantamos dispuestos a desafiar al sol en su carrera hacia el cénit. Nos unimos al río humano que fluye hacia el santuario de San Javier, donde la fe y la devoción se entrelazan con los pasos firmes de los peregrinos. La marcha, ardua y cansada, fue mitigada por el almuerzo generosamente provisto por los anfitriones de la convivencia, cuyos manjares reconfortaron nuestros cuerpos fatigados.
En la carretera hacia Javier, testigos de la lucha entre el espíritu humano y la fragilidad del cuerpo, observamos el desfile interminable de ambulancias, que en su afán por auxiliar a los caídos, recordaban la fragilidad de nuestra existencia. Finalmente pudimos llegar al castillo de Javier, en cuyos alrededores reposamos un buen rato, ya concluida la misa vespertina, antes de retornar a nuestro alojamiento rural.
La noche nos envolvió con su manto estrellado, mientras el aroma de la carne asada y el chisporroteo de la barbacoa llenaban el aire. Entre risas y conversaciones, compartimos viandas y sueños, fortaleciendo los lazos que nos unen en la lucha por una causa común. Vinieron desde Santander dos camaradas para compartir con nosotros un íntimo concierto en acústico, cuyas notas musicales añadieron un toque de magia a la velada, elevando nuestros espíritus y llenando nuestros corazones de alegría y camaradería.
Día 3: Formación
Con el alba, la tierra parecía susurrar aliento de esperanza, y nosotros, como soldados despertados por el toque de diana, nos preparamos para el último asalto. La limpidez del nuevo día parecía emular la pureza de nuestras intenciones, mientras nos entregábamos a la tarea de limpiar y organizar el soportal donde recibiríamos la palabra sabia de Carlos San Frutos, líder de Facta. A lo largo de su alocución, señaló con metáforas muy sugerentes cómo afrontar la integración de nuevos componentes al movimiento patriota, pero también apuntó qué errores se convirtieron en costumbre y conviene abandonar. Cerró la charla con una invitación a sustituir los recursos por creatividad, la cual fundamentó con ejemplos de su experiencia, con Facta y anteriormente.
Tras la exposición magistral, nos reunimos una vez más en torno a la mesa, compartiendo viandas y vinos como un símbolo de fraternidad y unidad. La comida de hermandad, con su sabor agridulce de despedida, dio el broche final a nuestra convivencia, dejando en nuestros corazones el eco de las palabras sabias y el cálido abrazo de la camaradería.