El alba del 2 de febrero despuntó con la promesa de una jornada memorable. Con el entusiasmo que caracteriza a los camaradas de Facta, un grupo de militantes de reconocido compromiso emprendió la senda que les llevaría a los imponentes Chorros del Manzanares, en una expedición que combinaba el placer del senderismo con el fortalecimiento de la convivencia.

La meteorología fue benévola, ofreciendo una temperatura agradable para la marcha. La nieve acumulada en las umbrías se convirtió en aliada de la alegría, propiciando risas y algún que otro improvisado juego.
Desde las primeras horas de la mañana, la caminata transcurrió en un ambiente distendido y de camaradería. El grupo avanzaba acompasado, disfrutando del aire puro y de la tranquilidad de la sierra. Poco después, hallaron una terraza natural junto al río, donde decidieron detenerse para compartir el almuerzo bajo el sol.

La comida, sencilla y fraternal, transcurrió entre conversaciones animadas y bromas, reflejo del buen espíritu del grupo. Con renovadas energías, emprendieron la segunda parte de la marcha, completando un recorrido de diecisiete kilómetros sin mayor dificultad y con el mismo entusiasmo con que lo habían iniciado.

Antes de emprender el regreso a la ciudad, el grupo hizo una parada para celebrar la jornada con el debido brindis. Entre cervezas y sonrisas, compartieron impresiones sobre la caminata, disfrutando del merecido descanso. Solo entonces, con el ánimo renovado, emprendieron el camino de vuelta, donde el bullicio urbano les recibió tras un día de ejercicio, naturaleza y buena compañía.
La sierra madrileña, testigo de la jornada, guarda ya en su regazo el eco de sus risas y conversaciones, y sin duda volverá a acogerles en futuras aventuras.